Wednesday, March 11, 2009

Góngora: De la Armada que fue a Inglaterra (1588)

Hará una semana cuando un ilustre ingeniero de caminos me comentó que Luis de Góngora realizó un poema que pasa completamente desapercibido. Un poema que dedicó a la partida de la Empresa de Inglaterra, más conocida como La Armada Invencible por el recochineo que se traen los anglosajones y que tanto cuaja entre nosotros, como toda la Leyenda Negra. Como me ha sorprendido no encontrarlo por la red (que no es poco), me he tomado un ratico para subirlo. Como veréis, no tiene desperdicio alguno. Esto si que era un priest y no los que tenemos ahora.

Levanta, España, tu famosa diestra
desde el francés Pirenne al moro Atlante,
y al ronco son de trompas belicosas
haz, envuelta en durísimo diamante,
de tus valientes hijos feroz muestra
5
debajo de tus señas victoriosas;
tal, que las flacamente poderosas
fieras naciones contra tu fe armadas,
al claro resplandor de tus espadas
y a la de tus arneses fiera lumbre, 10
con mortal pesadumbre
ojos y espadas vuelvan,
y, como al sol las nueblas, se resuelvan;
o, cual la blanda cera desatados
a los dorados luminosos fuegos 15
de los yelmos grabados,
queden, como de fe, de vista ciegos.

Tú, que con celo pío y noble saña
el seno undoso al húmido Neptuno
de selvas inquïetas has poblado 20
y cuantos en tu reino uno a uno
empuñan lanza contra la Bretaña,
sin perdonar al tiempo, has envïado
en número de todo tan sobrado,
que a tanto leño el húmido elemento 25
y a tanta vela es poco todo el viento,
fía que en sangre del inglés pirata
teñirá de escarlata
su color verde y cano
el rico de rüinas Océano; 30
y aunque lejos con rigor traídas,
ilustrará tus playas y tus puertos
de banderas rompidas,
de naves destrozadas, de hombres muertos.

Oh ya isla católica, y potente 35
templo de fe, ya templo de herejía,
campo de Marte, escuela de Minerva,
digan de que las sienes que algún día
ornó corona real de oro luciente
ciña guirnalda vil de estéril hierba 40
madre dichosa y obediente sierva
de Arturos, de Eduardos y de Enricos,
ricos de fortaleza, y de fe ricos;
ahora condenada a la infamia eterna
por la que te gobierna 45
con la mano ocupada
del huso en vez de cetro y de la espada;
mujer de muchos, y de muchos nuera,
¡oh reina torpe, reina no, mas loba
libidinosa y fiera, 50
fiamma dal ciel su le tue trezze piova!
[Llama del cielo llueva sobre tus trenzas, verso de F. Petrarca.]

Tú, en tanto, mira allá los otomanos,
las jonias aguas que el Sicano bebe,
sembrar de armados árboles y entenas,
y con tirano orgullo en tiempo breve, 55
domando cuellos y ligando manos,
y sus reinos hiriendo las arenas,
despoblar islas y poblar cadenas.
Mas cuando su arrogancia y nuestro ultraje
no encienda en ti un católico coraje, 60
mira (si con la vista tanto vuelas),
entre hinchadas velas
el soberbio estandarte
que a los cristianos ojos (no sin arte),
como en desprecio de la Cruz sagrada, 65
más desenvuelve, mientras más tremola,
entre lunas bordada
del caballo feroz la crespa cola.

Fija los ojos en las blancas lunas,
y advierte bien, en tanto que tú esperas 70
gloria naval de las britanas lides,
no se calen rayendo tus riberas,
y pierdan el respeto a las Columnas,
llaves tuyas y término de Alcides; [=Hércules]
mas si con la importancia el tiempo mides, 75
enarbola, oh gran madre, tus banderas,
arma a tus hijos, vara tus galeras,
y sobre los castillos y leones
que ilustran tus pendones,
levanta aquel león fiero 80
de la tribu de Judá, que honró el madero,
que él hará que tus brazos esforzados
llenen el mar de bárbaros nadantes,
que entreguen anegados
al fondo el cuerpo, al agua los turbantes. 85
Canción, pues que ya aspira,
a trompa militar mi tosca lira,
después me oirán (si Febo no me engaña)
el Carro helado y la abrasada zona
cantar de nuestra España 90
las armas, los triunfos, la corona.

SUÁREZ MIRAMÓN, Ana, Poesía: Luis de Góngora, ed. Debolsillo, Barcelona, 2002, 114-118.

Al final parece que a Neptuno no le gustó eso de que le llenaran el mar de charleses y edwards, (verso 83), porque de lo contrario este poema habría puesto la guinda más refinada a una victoria que hubiera hecho famosos estos versos, sin dejarlos olvidados como están, quizás por una vergüenza sin sentido.

Ya sabéis, si tenéis amigos Erasmus, no permitáis que desperdicien la oportunidad de leerlo.
Eso sí, que luego os enseñen otros versos que lleguen a la misma altura.

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Tuesday, December 09, 2008

"A la Guerra baja el Frío", de Herrera Petere

Tras haber visitado la magnífica exposición de "Carteles de Guerra" en Granada, que recoge una muestra de 100 carteles propagandísticos empleados por la República en la Guerra Civil, uno de ellos me llamó especialmente la atención. En una de las partes dedicada, vagamente, a la prensa mural, uno de los carteles dedicado a la campaña de invierno presentaba en uno de sus laterales un poema de Jose Herrera Petere. Y ya que no lo he podido encontrar en la red, he pensado en subirlo, pues aunque he encontrado alguna imagen del mismo, no es de buena resolución. El cartel en cuestión es del periódico Solidaridad Obrera, sobre la campaña de invierno, y lo ilustran toda una serie de textos e imágenes, entre los que se encuentra esta breve poesía, una muestra más de la literatura de guerra comprometida con el bando republicano: A la guerra baja el frio se titula, y estos son los versos en cuestión, que considero bastante valiosos como para dedicarles una breve reflexión, que quizás arranque algún prejuicio sobre el bando republicano:

A la guerra baja el frío
con uniforme de escarcha
va y viene mañana y tarde
ataca de madrugada.
¡Ay, que fiereza sencilla
derraman luces moradas!
Otra vez los hielos cortan
la carne con sus navajas.
A las húmedas trincheras
desciende la serpiente blanca,
como una mirada fría
silenciosamente pasa.
Hasta a los huesos les llega
a los soldados de España
puños de hierro se aprietan,
bocas altivas se tapan.

A la guerra baja el frío
con lanzas de lumbre pálida.
El alba se quiebra en hielo
sobre los campos de España,
sobre el soldado que vela,
sobre el capitán que manda.
Del falso ardor el Oriente
revienta de crueldad blanca,
fuelo blanco o hielo negro
que a los ojos saca lágrimas.

Tú, español leal, que duermes
tranquilo en la retaguardia,
al amor de la mujer, o al
cariño de la manta,
piensa en los que por tí velan
de noche, en las avanzadas;
si tienes dos mantas, una
debes entregar a España.
A los soldados que tiemblan,
si de frío, no por balas,
tú les prestarás abrigo,
ellos te darán la Patria,
limpia, libre y luminosa,
como el sol de la mañana.

Jose Herrera Petere


Cartel de la Campaña de Invierno de Granada

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Sunday, November 23, 2008

La Epopeya de Gilgamesh

Este soberano de la ciudad mesopotámica de Uruk en torno al 2.650 a.C, Gilgamesh, es el protagonista de la Epopeya o Gesta más antigua, hasta ahora, de la Humanidad, anterior a la Ilíada y la Odisea, o la Eneida. Tal es el rango de este personaje real e histórico (corroborado por ejemplo en la Lista Real Sumeria (c. 1900 a.C.)), que ya en el 2600 a.C. aparece divinizado, siguiendo mecanismo tradicional de los sumerios para ensalzar la figura de sus más importantes héroes o más famosos individuos (algo semejante a la divinización de los Emperadores en Roma).

Esta epopeya, saga, aventura, gesta o poema gozará de una tradición viva de unos 1500 años, ¡milenio y medio de contínua traducción!: En torno al siglo XVIII a. C. se pueden encontrar las tablillas más antiguas, y la más reciente será la Tablilla X de la versión ninivita o reciente, en Babilonia, del 250 a.C.. Extraeremos una serie de fragmentos del texto traducido de Jean Bottéro, del que podemos ver lo cercanos que se nos pueden hacer 3.700 años, ¡qué bien pronto se dice!. Al margen dejamos el relato del Diluvio Universal o de otros tantos versos que nos resultarían más que familiares.

- El inicio de la Epopeya, en su versión ninivita, merece una mención:

"Voy a presentar al mundo a Aquel que todo lo ha visto,
Ha conocido la tierra entera, penetrado en todas sus cosas,
Y en redor explorado todo lo que está oculto,
Excelente en sabiduría, todo lo abarcó con la mirada,
Contempló los Secretos, descubrió los Misterios,
Nos ha incluso contado sobre antes del Diluvio.
De vuelta de su lejano viaje, agotado, pero apaciguado,
Grabó sobre una estela todos sus trabajos.
Hizo edificar los muros de Uruk la de los cercados
Y los de del Santo Eanna, ¡sagrado tesoro!.
Mira esta muralla, prieta como una red de pájaros,
Contempla este zócalo, ¡inimitable!,
Toca esta losa del umbral, traída de tan lejos.
Acércate al Eanna, residencia de Ishtar,
Que ningún rey posterior, nadie, pudo jamás imitar.
Sube y camina sobre la muralla de Uruk,
Escudriña sus cimientos, contempla su enladrillado:
¿No está hecho todo ésto en ladrillo cocido?
¿No pusieron acaso las bases los Siete Sabios en persona?
Trescientas hectáreas de ciudad, otro tanto de jardín,
Otro tanto de tierra virgen: tal es el patrimonio del templo de Ishtar.
¡Con estas mil hectáreas abarcas con la mirada
los enteros dominios de Uruk!
Ve ahora a buscar el cofrecillo de cobre (esto es, el depósito fundacional)
Manipula en él el anillo de bronce,
Abre en él el pomo del secreto,
Y extrae la tablilla de lazulita, para descifrar
Cómo este Gilgamesh superó tantas pruebas.

Excepcional monarca, célebre, prestigioso.
Audaz retoño de Uruk, Búfalo de cuerno terrible,
Precedía a su gente, cabecilla,
O bien les seguía, como refuerzo para los suyos.
Poderosa arma de guerra, Protector de sus tropas,
Masa de agua embravecida que derriba incluso los muros de piedra:
Tal era el hijo de Lugalbanda. Gilgamesh, de extraordinaria fuerza,
El hijo de la Vaca sublime, Ninsuna la Búfala,
Tal era Gilgamesh, perfecto, deslumbrante,
Aquel que abrió los pasos de las montañas,
Excavó pozos en la nucna de los montes,
Cruzó el mar, el Mar inmenso, hasta allí por donde sale el Sol,
Y exploró el universo entero buscando vida sin fin,
Poderoso, atrevido hasta encontrarse con Utanapishti el lejano (el superviviente del Diluvio Universal)
Restaurador de los Santuarios que había destruido el Diluvio.
Entre la muchedumbre de los Hombres nunca ha habido uno
Que pudiera rivalizar con él en soberanía,
Y declarar como él: "El Rey soy yo, yo solo".
Este Gilgamesh, desde su nacimiento era insigne.
Dios en dos tercios, en un tercio, hombre..."

- A la hora de matar a Humbaba, una poderosa criatura que goza de enormes poderes, Enkidu, fiel amigo de Gilgamesh, le pide que entre en razón y vea la imposibilidad de vencer a este invencible ser. Ésta es la respuesta que le da Gilgamesh, en la versión antigua (Tablilla de Yale):

"¿Quién puede, amigo mío, trepar hasta el cielo?
Allí solo viven los dioses en compañía de Shamash, para siempre.

Los Hombres, en cambio, tienen sus dias contados;

Todo lo que ellos hacen no es más que viento.
Tú mismo, aquí presente, si temes morir,
¿Qué se ha hecho de tu valor?
Partiré, pues, delante de ti:
Tú solo exhórtame "Ánimo no temas",

Si muero al menos habré alcanzado la fama.

'Gilgamesh', dirán, 'se lanzó al combate
Contra Huwawa el feroz'
Y tú (Enkidu), nacido en la estepa,
A quien los leones han acosado, tú debes comprender todo esto.

Me das pena;
sea como fuere he decidido ir a cortar sus Cedros,
Logrando por mí mismo eterna fama.
"

- La partida de Gilgamesh de su ciudad, Uruk, hacia el Bosque de Cedros de Huwawa, también en la versión antigua (Tablilla de Yale):

"Al difundirse la noticia la población se congregó,
Dejando estallar su júbilo por las calles de Uruk, la de las encrucijadas,

Cuando Gilgamesh escuchó este ruido de alborozo,

Y vió por las calles de Uruk, la de las encrucijadas,

A la población reunida en torno a él,

Habló de este modo a las gentes de Uruk, la de las encrucijadas:

"Deseo encontrarme con Huwawa, el Feroz,

Ver a ese ser sobrenatural del que tanto se habla,

Y cuyo nombre se conoce en todo el mundo.
Deseo vencerlo en su Bosque de los Cedros,

Mostrarle así al mundo

El valor y cuán poderoso es un hijo de Uruk,

Con mi mano cortaré los Cedros,

Logrando así por mi mismo Eterna Fama".

Pero los Ancianos de Uruk, la de las encrucijadas,

Replicaron a Gilgamesh:

"Gilgamesh, tú eres joven, tu corazón te arrastra,

y no comprendes el alcance de lo que vas a hacer.

Nosotros hemos oído hablar de este Huwawa monstruoso:

¿Quién podrá enfrentarse a sus armas?

Rodear su Bosque son seiscientos kilómetros,

¿Quién podrá penetrar en él?,

Huwawa: su grito es el Espanto,

Su boca es de Fuego, su aliento, la Muerte,

¿Por qué se te ha metido en la cabeza semejante aventura?

Es un combate imposible, éste de llegar a la guarida de Huwawa".

Cuando Gilgamesh hubo escuchado las palabras de sus Consejeros,

Miró a su amigo riendo:
"Ahora, amigo mío, esto es lo que he de decir:

Aunque tenga miedo de él, iré

Y me enfrentaré a él."

[...]
La población estalló en júbilo,

Una vez que los Ancianos escucharon esta declaración,

Los Jóvenes le interpelaron:
"Ve, Gilgamesh, que [].

Que Shamash, tu dios protector,
te acompañe
y te conduzca al triunfo".

Bottéro, Jean, La Epopeya de Gilgamesh, Akal Oriente, 1998 (2007)

Muchos otros pasajes merecerían ser citados, como el encuentro con la Tabernera tras haber muerto su compañero Enkidu, y tras cuya muerte Gilgamesh inicia su verdadera gesta de buscar la inmortalidad, huyendo de la muerte que en su compañero Enkidu había visto tan próxima, o su encuentro con el mismo Utanapishti, único mortal que logró la inmortalidad por su supervivencia al Diluvio, que vivía en el extremo del mundo. Éste le hará saber la imposibilidad de huir de la muerte y le llama a vivir una vida apacible, feliz y lo más larga posible, finalizando así el poema.

Con estos tres fragmentos ya podemos esbozar y darnos cuenta de lo cercana que nos resulta esta añeja obra y lo poco que hemos cambiado en nuestra esencia aún habiendo pasado más de tres milenios desde que aquellos caracteres cuneiformes tomaran un perfil definido.

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Saturday, October 18, 2008

El Laus Spaniae de San Isidoro de León

Mitificado y considerado por muchos como una de las primeras muestras de la posterior concepción de España, el Laus Spaniae o De Laude Spaniae de San Isidoro de León constituye el Prólogo de su Historia de Regibus Gothorum, Vandalorum et Suevorum, una de las pocas fuentes que tenemos para el estudio del período Tardoantiguo en Hispania. Será incluso un punto de referencia para la elaboración del Laus Pamplione, cuya fecha de elaboración es discutida aún, junto a variadas y diferentes obras medievales e incluso modernas.

Lejos sin embargo de ser una obra completamente original, los versos así denominados de San Isidoro son deudores de los numerosos Laudes romanos, con Plinio el Viejo como base. Su novedad es ser concebido como una obra de propaganda de la monarquía visigoda, en la que se plasma el deseo y objetivo por parte del nuevo reino de ganarse el favor, apoyo y legitimidad de la población hispanorromana, y ante todo de su élite. Así, de esto muchos pseudohistoriadores pretenden atisbar el arraigo y la fortaleza de un sentimiento nacional anacrónico, que difícilmente encaja con la realidad de la Hispania del momento, aunque intenta sentar sus bases. En este caso, el Estado precede a la nación. Y es que la vida del santo sevillano se enmarca en el momento en el que parte del sur Península Ibérica se hallaba bajo control del poder bizantino, conformando la provincia de Spania; una provincia que, lejos de ser fuertemente ocupada e importante para los restos del Imperio, evidenciaba la posición de la élite hispanorromana y del resto de la población subyacente.

Fueron unas gentes, romani, que abrieron sus puertas al Imperio, y que sustentaron ellos y solo ellos la permanencia de los soldados romanos (como entonces se les seguía llamando a los bizantinos, y que es la denominación más correcta) en Hispania. El Imperio no pudo mirar a sus dominios más occidentales con la atención que merecía prácticamente en ningún momento, ahogado por otras cuestiones de mayor entidad, internas y externas. En medio de este proceso San Isidoro elaboró tal panegírico, que no iba sino en la más coherente línea que seguía la monarquía visigoda: la búsqueda del sustento social de una población que mantenía unos vínculos mucho más estrechos con el Imperio reestablecido en el sur, potencialmente peligroso y una verdadera amenaza si las circunstancias le hubieran permitido a los restos de la vieja Roma llevar a cabo alguna acción más en la lejana Hispania. De ahí que se haga tanta inflexión en la unión de la tierra hispana y los visigodos, pues es es lo que el poder político tenía como elemento esencial para su supervivencia.


El texto del Laus Spanie es el siguiente:

1. Omnium terrarum, quaeque sunt ab occiduo usque ad Indos, pulcherrima es, o sacra, semperque felix principum, gentiumque mater Hispania. Jure tu nunc omnium regina provinciarum, a qua non Occasus tantum, sed etiam Oriens lumina mutuat. Tu decus, atque ornamentum orbis, illustrior portio terrae: in qua gaudet multum ac largiter floret Geticae gentis gloriosa fecunditas.

2.
Merito te omnium ubertate gignentium indulgentior natura ditavit. Tu baccis opima, vis proflua, messibus laeta, segete vestiris, oleis inumbraris, vite praetexeris. Tu florulenta campis, montibus frondua, piscosa littoribus. Tu sub mundi plaga gratissima sita, nec aestivo solis ardore torreris, nec glaciali rigore tabescis, sed temperata coeli zona praecincta, zephyris felicibus enutriris. Quidquid enim arva fecundum, quidquid metalla pretiosum, quidquid animantia pulchrum et utile ferunt parturis. Nec illis amnibus posthabenda, quos clara speciosorum gregum fama nobilitat.

3.
Tibi cedet Alphaeus equis, Clitumnus armentis, quanquam volucres per spatia quadrigas olympicis sacer palmis Alpheus exerceat, et ingentes Clitumnus juvencos capitolinis olim immolaverit victimis. Tu nec Etruriae saltus uberior pabulorum requiris, nec lucos Molorchi palmarum plena miraris, nec equorum cursu tuorum eleis curribus invidebis. Tu superfusis fecunda fluminibus, tu aurifluis fulva torrentibus. Tibi fons equi genitor. Tibi vellera indigenis fucata conchyliis ad rubores tyrios inardescunt. Tibi fulgurans inter obscura penitorum montium lapis jubare contiguo vicini solis accenditur.

4. Alumnis igitur, et gemmis dives et purpuris, rectoribus pariter et dotibus imperiorum fertilis, sic opulenta es principibus ornandis, ut beata pariendis. Jure itaque te jam pridem aurea Roma caput gentium concupivit, et licet te sibimet eadem Romulea virtus primum victrix spoponderit, denuo tamen Gothorum florentissima gens post multiplices in orbe victorias certatim rapuit et amavit, fruiturque hactenus inter regias infulas et oves largas, imperii felicitate secura.


Y un esbozo de su traducción a la lengua española, tomada de esta web, es:

De todas las tierras, cuantas hay desde Occidente hasta la India, tú eres la más hermosa, oh sacra España, madre siempre feliz de príncipes y de pueblos. Bien se te puede llamar reina de todas las provincias....; tú, honor y ornamento del mundo, la más ilustre porción de la tierra, en quien la gloriosa fecundidad del pueblo godo se recrea y florece. Natura se mostró pródiga en enriquecerte; tú, exuberante en frutas, henchida de vides, alegre en mieses...; tú abundas de todo, asentada deliciosamente en los climas del mundo, ni tostada por los ardores del sol, ni arrecida por glacial inclemencia....Tú vences a Alfeo en caballos, y al Clitumno en ganados; no envidias los sotos y los pastos de Etruria, ni los bosques de Arcadia...Rica también en hijos, produces los príncipes imperantes, a la vez que la púrpura y las piedras preciosas para adornarlos. Con razón te codició Roma, cabeza de las gentes, y aunque te desposó la vencedora fortaleza Romúlea, después el florentísimo pueblo godo, tras victoriosas peregrinaciones por otras partes del orbe, a tí amó, a tí raptó, y te goza ahora con segura felicidad, entre la pompa regia y el fausto del Imperio.

Su traducción se puede encontrar en la edición de Cristóbal Rodríguez Alonso.

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Wednesday, September 17, 2008

Carta de los Frailes de Salamanca: Fundamento de los Comuneros

De 1520 a 1522 se sucederá en amplios territorios de la Corona de Castilla una situación de rebelión generalizada, denominada la "Revuelta de las Comunidades". Sin embargo, esta revuelta fue más allá de una mera rebelión: de haber triunfado, habría constituido la primera Revolución Moderna, anticipando en prácticamente un siglo lo que luego acontecería en Inglaterra en la Revolución Gloriosa, culminada en 1688 con la entronización de Guillermo de Orange.

Joseph Pérez o Jose Antonio Marvall, como figuras más destacadas del estudio de este proceso, lo manifiestan así, y otorgan una relevante importancia a un documento redactado por los franciscanos, agustinos y dominicos de Salamanca. Este texto será el precedente inmediato que anuncia la próxima rebelión, pues se elaboró ante la partida de Carlos I a Alemania para obtener el título imperial, en 1519. Pronto se convertiría en una especie de manifiesto de la oposición a la política imperial y de la corte flamenca: en definitiva, un programa concreto de las reivindicaciones del movimiento comunero.

J. Pérez y J.A. Maravall lo resumirán en tres puntos: el rechazo a todo nuevo servicio, la conveniencia de rechazar el Imperio (Castilla no tiene por qué sufragar los gastos de un territorio que le es ajeno), y una amenaza: en caso de que el rey insistiera y se negase a tener en cuenta las advertencias de sus súbditos, las Comunidades tendrían que sacar todas las consecuencias de la situación y tomar en sus manos la defensa de los intereses del reino.

El propio concepto de Comunidades y de comuneros será, por primera vez, enunciado en este texto. Sin alargarnos más, pues no se trata ésta sino de una entrada dedicada a publicar este texto en la red, donde hasta ahora parece no estar, éste es el documento en sí:


A los muy magníficos señores, los señores regidores de la muy noble y muy leal ciudad de Zamora.

Muy maníficos señores:

Paz y eterna salud sea con vuestras mercedes y celo y amor del bien común destos reinos y más principalmente del Servicio de Dios.

El reverendo padre guardián de San Francisco y los padres infraescritos hemos hallado presentes a los tratos que se han hecho para enviar los procuradores a las Cortes. Ha sido tan bueno y tan en servicio de Dios lo que se acordó que nos pareció que éramos obligados a notificarlo a vuestras mercedes para que den por conforme al que de acá va y, si hay algún aviso que no cumpla al servicio de Dios y del bien destos reinos y del rey nuestro señor, seamos avisados, porque los regidores u sexmeros de esta ciudad tienen a esto buena voluntad que se conformarán con todo mejor parecer que más cumpla.

Envían poder limitado y, demás de este poder limitado, cierta instrucción firmada de todos los regidores que presentes se hallaron.

Piden en el poder que por ser el negocio que en Cortes se ha de tratar tan arduo, tan nuevo y tan peligroso, requiere mucha deliberación; se dilaten las Cortes por medio año y que se tengan en tierra llana.

Suplican al rey no se vaya y que no dé consentimiento a su partida.

Que no se consientan sacar por ninguna vía dineros del reino ni de las rentas ni de las dignidades ni oficios ni beneficios que el presente están en poder de extranjeros.

Que no se den dignidades ni oficios ni tenencias a extranjeros.

Que no se quite la contratación de las Indias, islas y Tierra Firme, de Sevilla ni se pase a Flandes.

Que los oficios de las dichas islas que no se den a extranjeros.

Que no se consienta en servicio ni repartimiento que el rey pida al reino. De cada cosa de éstas se da en el poder una brevediza razón.

La instrucción contiene que su alteza ponga los de su consejo, así del secreto como del público, en lo que a estos reinos toca, especialmente en los de los reinos de Castilla, que su alteza no dé los provechos de estos reinos a extranjeros sino a naturales.

Que en casa de su alteza se críen los hijos e hijas de los nobles del reino.

En caso de que no puedan impedir su partida, requieran al rey nuestro señor con el debido acatamiento que se case y después que nos dejare sucesiónse vaya y si esto no hubiere lugar le hagan requierimiento con tres o cuatro escribanos que si algo se hiciere cumplidero al bien destos reinos de que su alteza, a parecer de los que le aconsejan la partida, no se tenga por servido, que las Comunidades de estos reinos no caigan por ello en mal caso, que más obligados son al bien destos reinos en que viven que no a lo que pareciere a los que le aconsejan la partida y más en su servicio de estar en ellos y gobernarlos por su presencia que no ausentarse y, en caso de que no aproveche nada de este requerimiento, pedir al rey nuestro señor tenga por bien se hagan arcas de tesoro en las Comunidades en que guardenlas rentas destos reinos para defenderlos y acrecentarlos y desempeñarlos; que no es razón su cesárea majestad gaste las rentas destos reinos en las de otros señoríos que tiene, pues cada cual dellos es bastante para sí y éste no es obligado a ninguno de los otros ni sujeto ni conquistado ni defendido de gentes extrañas.

Que se provea como por entrar moneda en estos reinos de otros salga la moneda de oro, que se alce la moneda de oro al tenor de los reinos comarcanos, porque corra allá nuestro oro y si pareciere se baje en quilates, lo cual será mejor porque no crezcan los rpecios de las cosas y en caso, lo que Dios no quiera, que estos reinos hayan de quedar en gobernadores, lo cual en todas las historias destos reinos, así las modernas como las antiguas, se lee que siempre fueron dañosos, que se provea de gobernadores conforme a las leyes destos reinos y que les quede poder muy bastantísimo, tal que puedan proveer de los oficios, tenencias, dignidades y encomiendas, porque de otra manera serán muy vejados en enviar por provisión a Flandes o a Alemania y no se podrán guardar las leyes que se piden, conviene a saber que no se vendan los públicos oficios y todo se venderá, yendo por ello a Flandes o a Alemania.

Que se modere este desacato a la sangre de Cristo xon tanta multitud de bulas y tanta falsedad como los echacuervos predican y la vejación que a los pueblos se hace, así en detenerlos en los lugares que no vayan a sus labores como en compelerlos indirectamente que tomen las bulas modernas, suspendiéndoles de las viejas, lo cual, aunque el Papa lo pueda hacer, parece injusto, pues dieron sus dos reales.

Item, que en gran escándalo, no sólo la causa de pia en que se debe expender la moneda de la cruzada muchas veces es dudosa u oculta al pueblo, mas es pública voz y fama que los dineros habidos de la cruzada quedan de merced a gente extranjera o fuera del propósito de las pias causas e infinitos males que desto suceden o son públicos, como es disensar con comunmidades en cosas que, aunque sean de jure positivo, se debían de dispensar con particulares, como es en carne y huevos, etc...

Los regidores desta ciudad y la comunidad, porque sin más inconvenientes se hiciese, nos rogaron que escribiésemos a vuestras mercedes porque por manos de religiosos ésta viniere a manos de vuestras mercedes.

Acá se ha hecho ésta contra la voluntad del teniente que quería se diese el poder por cierta minuta que el rey envió.

Están muy determinados todos los regidores, pueblo y clerecía, de estar en esto hasta que les echen los muros a cuestas. No vendrá tanto mal.

Por servicio de Dios, vuestras mercedes hagan lo que de tan nobles señores se espera y nos avisen si otra cosa hay sobre esto que no convenga y, si por ventura hubiere dado poder y no fuere limitado, que lo revoquen, y lo den limitado o den minuta por la cual se rijan los caballeros que fueren o dejen hecho pleito homenaje de no exceder della.

No curen en esto de la justicia, que hacen lo que el rey les manda por temor servil y porque les parezca conveniente. Será muy más fructuoso si es contradicho por la justicia porque más parecerá la voluntad de los que acá quedan, siendo contradicho, que de otra manera y los procuradores tendrán más causa de resistir y tendrán alejados muchos inconvenientes y peligros.

Y porque confiamos que los claros entendimientos de vuestras mercedes tiene Nuestro Señor alumbrados y sus voluntades inflamadas en su amor, aficionadas al bien común, al culto divino, a la conversación deste reino, lo cual todo perecería si no es remediado sobre males tan notorios, parécenos que ofenderíamos a tan generosas y nobilísimas personas en las que persuadir tan grandes bienes y disuadir tan execrables y grandísimos males.

Nuestro Señor prospere en su servicio las magníficas personas y muy católicos ánimos de vuestras mercedes.

De Salamanca, hoy, día de San Matías.


En definitiva, este texto (adaptación, realizada por J.Pérez en su libro de Los Comuneros, del documento conservado en el Archivo General de Simancas, Estado, legajo 16, folio 416.) viene a decir que, en primer lugar, las Comunidades como colectividades locales que tienen ciertas responsabilidades en la vida nacional; en segundo lugar, el carácter social que conlleva este término: la comunidad es el Tercer Estado, el pueblo, lo común, la masa de la población por oposición a los privilegiados y a la traición de la aristocracia, los altos funcionarios y las élites, oponiendo el concepto de comunero al de caballero.
Y en tercer lugar, la comunidad significaría el bien común de la comunidad nacional, opuesta a los intereses personales y dinásticos del soberano. Con todo, estos matices contribuirán a igualar el concepto de Comunidad al de revolución.

Cabría añadir una breve reflexión sobre el actual movimiento "comunero" y del empleo parcial que hace de esta revolución, pero quizás quede para otra entrada.



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Saturday, May 17, 2008

Los funerales del Gran Capitán

El 2 de diciembre de 1515 morirá uno de los grandes generales españoles, D. Gonzalo Fernández de Córdoba, cuyas obras trascenderán a lo largo de los siguientes dos siglos. Sus funerales se realizaron en el antiguo convento de San Francisco de Granada, hoy convento de las Carmelitas Descalzas de San José. En esta misma iglesia estuvieron enterrados sus señores, los Reyes Católicos, hasta 1521. Los restos del Gran Capitán se hallan desde 1515 hasta hoy en la iglesia del magnífico convento de San Jerónimo (los Jerónimos) de Granada, donde el emperador Carlos se hospedaría con su esposa Isabel unas décadas más tarde. Joseph Pérez recoge una parte de la crónica de Alonso de Santa Cruz, donde éste describe los funerales y cómo se engalanó al convento de San Francisco de Granada.

Murió el Gran Capitán como buen cristiano, en el hábito de Santiago, dejando su ánima encomendada a la duquesa su mujer y otros dos albaceas, encargándoles la restitución de sus salarios. Mandó decir cincuenta mil misas a las ánimas del Purgatorio. Dejó encomendada a su hija doña Elvira al Rey Católico, a la cual dejó su estado, dando a la duquesa cierta parte de él.

Después de su muerte, lo sentaron en una silla y lo tuvieron así todo el día, para que la gente lo viese. Hubo grande llanto por su muerte, en Granada, así de moros como de cristianos, por todas las calles que había de pasar cuando lo llevaron a enterrar. Mándose depositar en San Jerónimo, y que la duquesa pudiese ponerlo donde quisiese; y ella le mandó poner en un monasterio de San Francisco. Y de allí a diez días le hicieron sus honras, en esta manera.

Sobre su sepultura estaba una gran tumba, junto al altar mayor, cubierto de paño de brocado, y una cruz de santiago encima; y de lo alto colgado el estandarte que la Reina le dio, verde y pardillo. Y a los lados pendones reales. Y fuera de la reja, en medio de la iglesia, estaba un tabernáculo cubierto de seda negra, y las basas de las columnas doradas, en cada columna un escudo de la parte de su genealogía, muy ricos, y una bandera encima. Y en la techumbre del tabernáculo el escudo de Córdoba.

Tenía alrededor doce candeleros con cirios muy grandes, y dentro otros doce, que cada uno pesaba quince marcos de plata. La iglesia estaba ricamente adornada de tapicería. Estaban puestos en la reja dos guiones del rey de Francia, el de Ceriñola y el de Garellano [sus dos grandes victorias en los campos italianos], muy ricos, ensangrentados. A la mano derecha estaba una bandera muy rica con las armas de la Iglesia, que fue tomada al duque Valentín; y luego otra del príncipe Bisignano, y otras del señor de San Severino. A la mano izquierda estaba una bandera del rey Federico, y otra del marqués de Mantua, y otra del marqués de Bitonto. Y toda la iglesia emparamentada de banderas y estandartes.

Estuvieron en las honras personas de Sevilla, y caballeros, que se hallaron a aquel tiempo veinte leguas a la redonda. Y todas las religiones y clerecía de todo el confín de Granada. Era tanta la multitud de gente, que no cabía en las calles ni en la iglesia.

Alonso de Santa Cruz, Crónica de los Reyes Católicos, capítulo LXVIII.


Iglesia de los Jerónimos, Granada, donde reposan los restos del general.
A la izquierda del altar, la estatua orante del Gran Capítan.

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Friday, April 25, 2008

Cantar de la Conquista de Almería (s.XII)

Fragmento de "El Cantar de la Conquista de Almería", de Alfonso VII, tomando como guía la obra y traducción de Florentino Castro Guisasola.

Es un poema hispano-latino del s.XII, anónimo, y por tanto un cantar medieval de corte culta, que describe la conquista de Almería llevada a cabo por este rey en 1147, famosa y alabada hazaña en su época. De esta cruzada, proclamada por el papa Eugenio III y liderada por el Emperador castellano tomaría Almería su actual bandera, y se ha llegado a sostener que el Cristo de la Escucha almeriense es una obra traída por estos cruzados. La muralla de Jayrán, en el cerro de San Cristóbal, aún conserva tres robustos torreones cristianos realizados en ésta conquista, al igual que se conserva una capilla en la propia muralla, perteneciente a los templarios, pues a esta Orden se le encomendó una fortaleza en dicho cerro. El Santo Catino que se conserva en la catedral de San Lorenzo de Génova fue llevado allí, desde el saqueo de Almería, por los genoveses. Y las ricas puertas de la Puerta Purchena o de Pechina serían llevadas a Barcelona. Caerá en 1157 ante el impulso de los almohades, tras 10 años de combates, pero será objeto de una nueva cruzada encabezada por Jaime II de Aragón en 1309, que fracasará tras un durísimo asedio. Esto evidencia el relieve de la ciudad.

A continuación, unos fragmentos que describen a las tropas ( mesnadas) del Emperador: Galicia, León, Asturias, Castilla y Extremadura.

[50]La Cruz es dilatado descanso y es esplendorosa la hora de guerrear
Es el mes de mayo. Las espadas de Galicia se adelantan,
Habiendo gustado primero las dulzuras de Santiago.
Como estrellas del cielo, así refulgen millares de lanzas.
Millares de escudos centellean y las armas están afiladas poderosamente.
La muchedumbre está armada y se halla toda cubierta de yelmos.
El tintinear de los aceros y los relinchos de los corceles
Ensordecen los montes; por todas partes dejan exhaustas las fuentes.
La tierra florida entrega para el pasto sus vellones.
Con la gran polvareda se oscurecen los rayos de la luna,

[60]Y la claridad del aire se desvanece con los destellos del acero.
Acompaña a esta hueste el aguerrido Conde Don Fernando
que gobierna la jurisdicción de Galicia por encargo del monarca,
y se honraba con la tutela del hijo del Emperador.
Si le viérais, pensaríais que era ya rey,
brillando a la par con su gloria de Conde y la del soberano.

(Reino de León)
En pos de estos las floridas mesnadas de la ciudad leonesa

enarbolando sus pendones se precipitan como un león.
Ella ocupa la cumbre de todo el reino hispano,
examina las leyes reales por disposición del monarca;
según su criterio se regulan las leyes promulgadas,
y con el auxulio de ella se organizan las guerras más poderosas.
Así como el león con su fuerza y su prestancia domeña a los demás animales,
del mismo modo con esa dignidad ella supera a las ciudades todas.
Según ley antigua ella acomete la primera.

En los estandartes y armas del Emperador figuran
las enseñas de ella que protegen de toda clase de males;
y se recubren de oro, cuantas veces se las conduce a la guerra.
A la vista de ellos cae postrada la muchedumbre de moros,
que presa del terror no es capaz de sostenerse en el más pequeño campo.

[80]Como el lobo derriba a las ovejas, como la ola del mar aplasta a los leones,
así aniquila la luz de ésta visión a los alejados Ismaelitas.
La hueste, habiendo invocado primero el santo nombre de María,
obteniendo el perdón de sus pecadoscomo acostumbran los buenos fieles,
a enseñas desplegadas avanza cual espada de fuego,
y su poderosísimo valor ocupa toda la tierra,
consumiendo los sembrados y triturando los sembrados sin cesar.[...]

[101] (Asturias)El activo asturiano no fue entre tanto el último en acudir precipitadamente.
Gente es esta que a nadie resulta odiosa o fastidiosa.
Ni la tierra ni el mar han podido nunca avasallarlos.
Es de potentes fuerzas y no tiembla ante cáliz de la Muerte.
Hermosa de rostro desprecia el trance supremo del sepulcro,
propensa a las guerras, pero no menos aptas para las cacerías,
taladra los montes y a la vez sabe descubrir las fuentes,
e igual que a los terrones así desprecia las olas del mar.
Nadie la vence, triunfando ella de todo cuanto ve.
Implorando a todas horas el auxilio del Salvador,
cabalga alejándose de las encrespadas olas
y únese a sus demás compañeros ensanchando sus alas. [...]

[125]Tras éstos marchan miles de lanzas de Castilla,
varones afamados, poderosos durante luengos sitios,
sus campamentos brillan como las estrellas del cielo.
Resplandecían con el oro y portaban vajilla de plata.
No reina en ellos la pobreza sino la abundancia grande,
no hay allí menesterosos ni débiles retrasados.
Todos son robustos y son seguros en la lucha.
Tienen en sus campamentos sin cuento la carne y el vino,
y a todo el que lo solicita espontáneamente se le da cantidad de trigo.
Hay tantas armas como rayos de luz en las estrellas
y multitud de caballos cargados de acero o de viandas.
Su lengua resuena como los tamborescon las trompetas.
Pero están engreídos en demasía, están envanecidos en sus riquezas,
y las fuerzas de Castilla fueron rebeldes durante siglos.
La ínclita Castilla, fraguando cruelísimas guerras.

[140] Casi a ninguno de los monarcas quiso someter su cerviz,
y vivió indómitamente mientras brilló la luz del cielo.
El Emperador afortunado a todas horas logró domeñarla.
Solo él domó a Castilla como a un jumentillo
asentando sobre su indomable cuello nuevos fueros y leyes,
persistiendo, aunque intacta en su bravura.
La esforzada Castilla avanza hacia la profunda guerra
y al desplegar sus banderas el pavor se apodera de los ismaelitas,
a quienes luego el rey, no bien llegó, dió muerte con su espada.

Invencible, incontable y sin cuidado
[150] la Extremadura, sabiendo de antemano todo lo venidero,
conociendo por los agüeros que la raza malvada había de perecer,
al ver tantos estandartes únese audazmente a ellos.
Si las estrellas del cielo o las olas del alborotado mar,
si las gotas de lluvia y aún las hierbas del campo
las conociera y calculase alguno, él podría contar el pueblo aquel.
Bebiendo copioso vino acompañado de abundante pan
tiene las fuerzas para sobrellevar las cargas y desdeña los ardores del estío.
Cubre la tierra como plaga infinita de langosta,
ni el cielo ni el mar bastan a saciarle.
Rompen los montes, y a su vez, dejan exhaustas las fuentes.
Cuando se yerguen, oscurecen la luz de los cielos.
Gente brava, gente esforzada, que no tiembla ante el cáliz de la Muerte.

El Cantar seguirá con la presentación de los héroes que se suman a la empresa, y con las tropas aliadas, como las del conde Don Armengol, de Urgel. Lamentablemente, se halla incompleto, pero las páginas conservadas son más que ilustrativas de su carácter.

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Tuesday, April 08, 2008

De Zaragoza

De la estancia esta última semana en Zaragoza traigo estos versos de Calderón de la Barca, de cuyo conocimiento algunos compañeros me hicieron partícipe:

Este ejercito que ves
vago al yelo y al calor,
la republica mejor

y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que el adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar como nace
se mira como procede.

Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mejor cualidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho
no adorna el vestido el pecho
que el pecho adorna al vestido.

Y así, de modestia llenos,
a los más viejos veras
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.

Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.

Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es mas que una
religión de hombres honrados.


Calderón de la Barca, Soldado de Infantería

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