Wednesday, March 11, 2009

Góngora: De la Armada que fue a Inglaterra (1588)

Hará una semana cuando un ilustre ingeniero de caminos me comentó que Luis de Góngora realizó un poema que pasa completamente desapercibido. Un poema que dedicó a la partida de la Empresa de Inglaterra, más conocida como La Armada Invencible por el recochineo que se traen los anglosajones y que tanto cuaja entre nosotros, como toda la Leyenda Negra. Como me ha sorprendido no encontrarlo por la red (que no es poco), me he tomado un ratico para subirlo. Como veréis, no tiene desperdicio alguno. Esto si que era un priest y no los que tenemos ahora.

Levanta, España, tu famosa diestra
desde el francés Pirenne al moro Atlante,
y al ronco son de trompas belicosas
haz, envuelta en durísimo diamante,
de tus valientes hijos feroz muestra
5
debajo de tus señas victoriosas;
tal, que las flacamente poderosas
fieras naciones contra tu fe armadas,
al claro resplandor de tus espadas
y a la de tus arneses fiera lumbre, 10
con mortal pesadumbre
ojos y espadas vuelvan,
y, como al sol las nueblas, se resuelvan;
o, cual la blanda cera desatados
a los dorados luminosos fuegos 15
de los yelmos grabados,
queden, como de fe, de vista ciegos.

Tú, que con celo pío y noble saña
el seno undoso al húmido Neptuno
de selvas inquïetas has poblado 20
y cuantos en tu reino uno a uno
empuñan lanza contra la Bretaña,
sin perdonar al tiempo, has envïado
en número de todo tan sobrado,
que a tanto leño el húmido elemento 25
y a tanta vela es poco todo el viento,
fía que en sangre del inglés pirata
teñirá de escarlata
su color verde y cano
el rico de rüinas Océano; 30
y aunque lejos con rigor traídas,
ilustrará tus playas y tus puertos
de banderas rompidas,
de naves destrozadas, de hombres muertos.

Oh ya isla católica, y potente 35
templo de fe, ya templo de herejía,
campo de Marte, escuela de Minerva,
digan de que las sienes que algún día
ornó corona real de oro luciente
ciña guirnalda vil de estéril hierba 40
madre dichosa y obediente sierva
de Arturos, de Eduardos y de Enricos,
ricos de fortaleza, y de fe ricos;
ahora condenada a la infamia eterna
por la que te gobierna 45
con la mano ocupada
del huso en vez de cetro y de la espada;
mujer de muchos, y de muchos nuera,
¡oh reina torpe, reina no, mas loba
libidinosa y fiera, 50
fiamma dal ciel su le tue trezze piova!
[Llama del cielo llueva sobre tus trenzas, verso de F. Petrarca.]

Tú, en tanto, mira allá los otomanos,
las jonias aguas que el Sicano bebe,
sembrar de armados árboles y entenas,
y con tirano orgullo en tiempo breve, 55
domando cuellos y ligando manos,
y sus reinos hiriendo las arenas,
despoblar islas y poblar cadenas.
Mas cuando su arrogancia y nuestro ultraje
no encienda en ti un católico coraje, 60
mira (si con la vista tanto vuelas),
entre hinchadas velas
el soberbio estandarte
que a los cristianos ojos (no sin arte),
como en desprecio de la Cruz sagrada, 65
más desenvuelve, mientras más tremola,
entre lunas bordada
del caballo feroz la crespa cola.

Fija los ojos en las blancas lunas,
y advierte bien, en tanto que tú esperas 70
gloria naval de las britanas lides,
no se calen rayendo tus riberas,
y pierdan el respeto a las Columnas,
llaves tuyas y término de Alcides; [=Hércules]
mas si con la importancia el tiempo mides, 75
enarbola, oh gran madre, tus banderas,
arma a tus hijos, vara tus galeras,
y sobre los castillos y leones
que ilustran tus pendones,
levanta aquel león fiero 80
de la tribu de Judá, que honró el madero,
que él hará que tus brazos esforzados
llenen el mar de bárbaros nadantes,
que entreguen anegados
al fondo el cuerpo, al agua los turbantes. 85
Canción, pues que ya aspira,
a trompa militar mi tosca lira,
después me oirán (si Febo no me engaña)
el Carro helado y la abrasada zona
cantar de nuestra España 90
las armas, los triunfos, la corona.

SUÁREZ MIRAMÓN, Ana, Poesía: Luis de Góngora, ed. Debolsillo, Barcelona, 2002, 114-118.

Al final parece que a Neptuno no le gustó eso de que le llenaran el mar de charleses y edwards, (verso 83), porque de lo contrario este poema habría puesto la guinda más refinada a una victoria que hubiera hecho famosos estos versos, sin dejarlos olvidados como están, quizás por una vergüenza sin sentido.

Ya sabéis, si tenéis amigos Erasmus, no permitáis que desperdicien la oportunidad de leerlo.
Eso sí, que luego os enseñen otros versos que lleguen a la misma altura.

Labels: , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home